
Como todo el que escribe sabe, la versión no es la defiitiva hasta que no sale el libro, así que va la que por ahora, por hoy, lo es, del primer cuento de Las aventuras de Valentino, con final abierto para que los chicos lo dibujen.
La selva de Valentino
Valentino arrancó
una hoja del cuaderno de mamá y la doblo una y otra vez hasta tener un
cuadradito que cabía en la palma de su mano.
La miró un
ratito, después, la fue abriendo despacio. Mientras desplegaba el papel fue
descubriendo, escondido entre las líneas marcadas por los
pliegues, un tigre amarillo como el sol.
Cuidadosamente
repasó las líneas con un crayón.
Contemplaba
su obra muy contento, cuando, de repente, el papel comenzó a retorcerse entre
sus manos.
Valentino,
asustado, abolló el papel y lo tiró con fuerza al suelo.
Un maullido
de dolor se desprendió del bollito blanco y amarillo. Valentino se acercó a la
pelotita de papel y la tocó con la punta del pie. Con precaución la empujó un
poquito. Una garra afilada y moteada, se asomó entre los renglones, mientras
otro maullido, más fuerte que el anterior salía dibujado por el aire.
Valentino
se colocó el casco y el escudo de guerrero.
Se miró al
espejo y rugió como un tigre.
Lentamente,
se acercó al bollito de papel y lo abrió.
Allí, en la
hoja, un tigrecito manchado, de brillantes ojos azules, se retorcía entre los
renglones.
Valentino
estiró el papel y lo sacudió.
El tigre
saltó de la hoja, rugió y a Valentino se le voló el casco y el escudo.
El tigre,
de un salto, perdió en la selva.
Valentino
doblo una y otra vez una hoja de papel, después la abrió y miró las líneas con
mucha atención.
¿Qué
encontró Valentino entre las líneas?