Valentino Simón, el héroe de las historias

sábado, 14 de septiembre de 2013

Contratapa



Foto a utilizar:  la que abre este blog
Soy Valentino y ella es mi yaya

Ella escribió los cuentos de este libro para mí.  Me gustan los cuentos, también los videos.
El video que más me gusta ahora que crecí es el del pollito Pío, que es un pollo que vive en una radio y recibe muchas visitas hasta que llega un tractor y lo aplasta y lo deja frito. 
La yaya dice que me gusta la ironía por eso me gusta el pollito Pío y convulsionar sin moverme. 
Yo ya convulsioné dos veces así que tomo unas pastillas amargas y blancas de mañana y de noche. 

Lo que más me gusta de la Yaya es que se ríe, canta, juega y baila. Lo que menos me gusta es que tiene una sospechosa obsesión con el agua y el jabón.
Valentino

Solapas del libro

Solapa mía:
Nuevamente, para mis datos personales, lo dejé hablar al protagonista

Marianela alegre es mi yaya que viene a ser algo así como una madreabuela postiza o para casos de emergencia.  Ella siempre anda empeñada con ahínco en algo y ese algo siempre tiene que ver conmigo, como cuando yo era chiquito y se la pasaba haciéndome mirar para atrás tratando de llamar mi atención con cuanta cosa encontraba, hasta me hizo globos con caras. La yaya se paraba tras el cochecito agitaba el globo y recitaba un mantra antiguo: no vas a tener ojos en sol naciente, no vas a tener ojos en sol naciente. Ahora la yaya dice que tengo ojos de luna nueva y se atribuye lo que considera un logro personalísimo, pobrecita. Después de haber pasado por otros empeños varios como que agarre el garbanzo y me lo lleve a la boca -yo ni loco me iba meter en la boca esa bola áspera con gusto a nada y menos comérmela-, por estos días está empeñada en que haga caca en el inodoro así que cuando yo pongo cara de estar haciendo fuerza salimos corriendo para el baño, pero hasta que logra desvestirme ya está ya me cagué. 
                              Valentino

Prólogo

Me parece ingteresante que prologue el protagonista


Prólogo
Me llamo Valentino, tengo un año y medio todo entero, seis dientes, tres muelas, cuatro cuentos, un ángel de la guarda, un papá, una mamá, mucho pelo, un garrote de gigante y una cabeza repleta de agua porque nací con hidrocefalia, así que cuando sea grande, en lugar de llenarla de pájaros,  la voy a llenar con peces que son más prácticos porque no hacen caca para abajo, quiero decir desde el cielo.
Mi yaya escribió estos cuentos para mí y Gastón los ilustró.
                                                                                         
Valentino

viernes, 13 de septiembre de 2013

Versión definitiva (por ahora)

Como todo el que escribe sabe, la versión no es la defiitiva hasta que no sale el libro, así que va la que por ahora, por hoy, lo es, del primer cuento de Las aventuras de Valentino, con final abierto para que los chicos lo dibujen.

La selva de Valentino


Valentino arrancó una hoja del cuaderno de mamá y la doblo una y otra vez hasta tener un cuadradito que cabía en la palma de su mano.
La miró un ratito, después, la fue abriendo despacio. Mientras desplegaba el papel fue descubriendo,   escondido entre las líneas marcadas por los pliegues, un tigre amarillo como el sol.
Cuidadosamente repasó las líneas con un crayón.
Contemplaba su obra muy contento, cuando, de repente, el papel comenzó a retorcerse entre sus manos.
Valentino, asustado, abolló el papel y lo tiró con fuerza al suelo.
Un maullido de dolor se desprendió del bollito blanco y amarillo. Valentino se acercó a la pelotita de papel y la tocó con la punta del pie. Con precaución la empujó un poquito. Una garra afilada y moteada, se asomó entre los renglones, mientras otro maullido, más fuerte que el anterior salía dibujado por el aire. 
Valentino se colocó el casco y el escudo de guerrero.
Se miró al espejo y rugió como un tigre.
Lentamente, se acercó al bollito de papel  y lo abrió. 
Allí, en la hoja, un tigrecito manchado, de brillantes ojos azules, se retorcía entre los renglones. 
Valentino estiró el papel y lo sacudió.
El tigre saltó de la hoja, rugió y a Valentino se le voló el casco y el escudo.
El tigre, de un salto, perdió en la selva.
Valentino doblo una y otra vez una hoja de papel, después la abrió y miró las líneas con mucha atención.
¿Qué encontró Valentino entre las líneas?



sábado, 7 de septiembre de 2013

Despacito, pero avanzando. Una a color, casi casi terminada.




Allí, en la hoja, un tigrecito moteado, de brillantes ojos azules, se retorcía entre los renglones.